Don Roque Jiménez, comenzó a acercarse a la Iglesia en su adolescencia,
cuando un nuevo párroco llegó al pueblo. Descubrió su vocación
sacerdotal y entró al seminario, pero recibió algunos malos ejemplos que
le hicieron daño. Llevaba una vida muy mediocre, lejos de lo que debe
ser realmente un sacerdote. Un amigo decidió ayudarle y su vida comenzó a
cambiar radicalmente.