La Reconquista de Villena fue obra de Jaime I, que actuaba en servicio de su yerno, Alfonso X «el Sabio», a quien la restituyó en virtud de pactos anteriores, y es un hecho repetido que las mezquitas que don Jaime iba reconquistando se transformaban en templos cristianos bajo la advocación de Santa María de la Asunción. También es tradición muy extendida que la más antigua iglesia de la ciudad estuvo en el arrabal y se convirtió en un hospital que, ya en el siglo XIV, existía con el nombre de «Hospital de la Asunción de María».
En confirmación de todo ello podríamos aducir el testimonio de unas cerámicas musulmanas que recogimos al explorar niveles profundos en el derribo de unas casas situadas frente a la portada de la iglesia, estratos situados bajo otros posteriores de tiempos de los Reyes Católicos y de Felipe II y superpuestos a otros niveles claramente asignables a la cultura ibérica.
Hay otros hechos que contribuyen a corroborar la antigüedad del templo. La institución del «Jubileo» a Roma para obtener lo que entonces se llamaba «la Perdonanza» se debe a Bonifacio VIII, quien la fundó a principios del siglo XIX; y fue el 13 de septiembre de 1340, bajo el pontificado de Clemente VI, cuando los villenenses que habían asistido al «Jubileo» fundaron la «Cofradía de la Asunción de Nuestra Señora» en el templo de su nombre, que en documentos antiguos se denomina también «Santa María del Arrabal».
Sabemos que, en 1466, los vecinos del «Rabal» no podían ser elegidos para desempeñar cargos concejiles en el Ayuntamiento de la entonces villa, oficios a los que sólo tenían acceso quienes vivían del muro adentro de la población, discriminación político-social contra la minoría de «cristianos nuevos», establecida extramuros del núcleo de los «cristianos viejos», que tenían sus moradas en lo que luego se llamó «lo cercado de la ciudad».
La ilustre familia de los Manueles, que ostentaba el Señorío de Villena desde la decimotercera centuria, tenía dentro del Castillo de la Atalaya la capilla de Nuestra Señora de las Nieves, Patrona por entonces de la población, a la que se le denominaba también «Nuestra Señora del Castillo». —470→ Probablemente no tendría acceso a ella todo el vecindario, que se vería obligado a trasponer las murallas para cumplir sus deberes religiosos en Santa María. Y esto sería lo que obligó a levantar, dentro de «lo cercado», el primitivo templo de Santiago, que ya existía a mediados del siglo XIV y fue ampliado a finales del XV por Sancho de Medina.
La iglesia actual comenzó a edificarse a principios del siglo XVI. Los villenenses que respondieron a la encuesta de Felipe II de 1575, dicen que el templo «se va obrando y edificando», pero la construcción fue bastante lenta, ya que, en carta del concejo de Biar al de Villena, fechada el 28 de octubre de 1630, accede a facilitar piedra «para obra tan santa y buena como el obrar la iglesia de la Señora Santa María desa Ciudad». Hemos de llegar al año de 1717 para comprobar que la terminación del chapital de la torre costó 6.732 reales; 1.270, la cruz y asta de hierro del chapitel, y 240 reales «poner la imagen que hay sobre la puerta de la iglesia y concluirla», obra que realizó el escultor Antonio Salvador, del que no hemos logrado encontrar datos biográficos complementarios. La reja del altar mayor, obra de Antonio Milán y Guerrero, se colocó en 1740; 280 arrobas y 18 libras de hierro se emplearon en ella, y costó 28.072 reales.
Tampoco hemos logrado averiguar quién fue el artista que realizó las bellas pinturas de las bóvedas, desaparecidas con el altar mayor, la reja y el órgano durante la Guerra Civil de 1936.
Era párroco por entonces don Francisco Griñán, que fue especialmente protegido por muchos feligreses y algunos parientes y amigos militantes en el bando contrario. Gracias a todos ellos pudo salvarse, con algunos objetos de culto, el archivo parroquial objeto de esta comunicación. No tuvo la misma suerte el de la iglesia arciprestal de Santiago, algunos de cuyos libros se salvaron por hallarse accidentalmente en la de Santa María.
Hasta doce años después de finalizada la guerra, las funciones del culto se celebraban en la habilitada iglesia de la Congregación, hasta que, el 15 de agosto de 1948, Santa María se abrió de nuevo al culto una vez reconstruida gracias al sacrificio económico de casi todos sus feligreses y a una modesta ayuda de la Junta Nacional de Reconstrucciones de Templos.
Durante los años 1968 y 1969, cuando nos hallábamos preparando «La Relación de Villena de 1575» y «El polifonista villenense Ambrosio Cotes», tuvimos necesidad de investigar en este archivo, y hemos de resaltar las facilidades que nos dio para ello el entonces párroco don Manuel Lucas Pérez, a quien queremos expresar públicamente nuestro agradecimiento. Y es también nuestro deseo dedicar este trabajo a la memoria de Sebastián García Martínez, uno de los más grandes historiadores que ha tenido Villena.
Escrito de José María Soler