miércoles, 12 de abril de 2017

Reflexión D. Efrém Mira Pina. Jueves Santo.

Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: –«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: –«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo: –«No me lavarás los pies jamás.» Jesús le contestó: –«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» Jesús le dijo: –«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Reflexión:
            Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo
            Cuantas maravillas a celebrar hoy en la Misa de la cena del Señor, Institución de la Eucaristía, Institución del sacerdocio ministerial para perpetuarla, día del amor fraterno. Cuantas maravillas pero sobre todo cuanto amor. Todo el amor de Dios que en Jesús se entrega hasta la muerte de Cruz para ser salvación vida y resurrección nuestra. Celebramos el amor entrañable de Jesús a sus discípulos. Con gestos evidentes nos muestra el auténtico rostro de Dios, el verdadero rostro del ser humano y cómo ha de ser “el ser” y “el actuar”  de la comunidad de sus seguidores. Nos revela a un Dios Padre, que ama apasionadamente al hombre con sus contradicciones y miserias. A la vez, Jesús nos enseña cómo debe ser  y actuar la comunidad: Ha de hacer visible el rostro de Dios a La humanidad de hoy  amándoles, sintiéndose solidaria y defendiendo a las víctimas de la injusticia humana.
            Jesús hoy nos pide que nos amemos. Pero no se trata de amar de cualquier modo. La propuesta de Jesús es clara: Amaos, como Yo os he amado. Para nosotros el desafío consiste en extraer consecuencias de ese “amar como Jesús”. Es tiempo de plantearnos si nuestra relación con Dios está presidida por la misericordia con la Jesús ha vivido, amado y padecido, o si por el contrario hay distorsiones en esta relación con Dios, distorsiones que también harán que nuestro modo de estar en el mundo, en las relaciones sociales, no reflejen con autenticidad el Evangelio de la misericordia.
Solo lo haremos verdad, si nosotros, los discípulos y seguidores de Jesús, nos reunimos en torno a la mesa que Él preside. La Eucaristía que Jesús realiza por medio del sacerdocio ministerial entre nosotros, con la misma verdad y amor que entonces allí, en el Cenáculo, y que es para nosotros el alimento necesario para la vida cristiana, pan de vida y cáliz de salvación.
Buenos días.
Efrém Mira Pina